Esta es una pregunta muy importante debido a que
los resultados que obtengas de tus acciones dependen directamente de la intención
que tienes para hacerlas.
Existen muchas posibles rutas para llegar a tus
metas. Algunas te llevarán directa y rápidamente hacia donde quieres, pero
otras rutas pueden resultarte infructuosas y hasta tormentosas. Por eso es bien
importante que sepas cuál es el motor que te impulsa a hacer lo que haces.
Dos personas pueden hacer las mismas cosas,
pero si tienen un motor distinto, llegarán a conseguir resultados distintos. Si
tienen el mismo motor podrán llegar al
mismo resultado por distintas vías.
No nos hacemos este tipo de preguntas cuando
las cosas van bien, pero cuando experimentamos dificultades o cuando
encontramos inconvenientes en la obtención de algo que deseamos, el punto de partida
para modificar esa situación comienza analizando cómo es que creamos eso.
Si deseamos superar algo, es necesario hacer
alguna modificación al camino que nos ha llevado hasta ese lugar. De lo
contrario, volveremos a crear lo mismo una y otra vez. La vida parece muy
interesada en impulsarnos a crecer.
Esta pregunta aplica tanto para saber por qué
llegaste a crear algo que no deseabas, como para tener certeza de que podrás
tener éxito en algo nuevo que estés iniciando.
Si no te ha resultado el negocio que iniciaste
con tanto entusiasmo, puedes analizar cuál fue el motor que te movió para
arrancar. Quizás tu objetivo principal fue generar mucho dinero y olvidaste la promoción,
la calidez y otros detalles necesarios para ofrecer tu producto o servicio. O quizás
olvidaste que tenías que disfrutarlo en todos sus aspectos.
Si quieres iniciar algo, una carrera
universitaria, una relación de pareja, un nuevo proyecto, un trabajo nuevo o
cualquier cambio en tu vida, piensa en el motor que te está incitando a
hacerlo.
Me he dado cuenta de que cuando hacemos algo
con un “por qué” de carencia, ese algo que conseguimos sigue proyectando la
misma carencia. En cambio, cuando nuestro motor está libre de necesidad y solo
se basa en el placer de la expresión genuina de nuestro ser, las cosas resultan
bastante más agradables y fluidas.
La nueva era está acelerando los resultados de nuestros
pensamientos y demasiadas veces no somos conscientes de nuestras verdaderas intenciones.
Muchas veces no nos percatamos que nuestros “por qué” están contradiciendo lo
que queremos lograr.
El camino se hace mucho más largo y difícil cuando
pensamos que tenemos que perseguir algo que se encuentra a fuera de nosotros,
ya sea, dinero, amor, paz. Y todo se hace mucho más fácil y sencillo cuando tenemos
la certeza de que aquello que necesitamos ya existe dentro de nosotros y que
solo se hace necesario dedicarnos a sintonizarlo.
Si nuestro “por qué” se encuentra cargado de ansiedad
y angustia, será lanzado al universo con un peso extra que no le permitirá
sobrevivir. Si nuestro “por qué” es liviano, natural, alegre, desprendido,
altruista, tendrá más energía para volar y llegar a buen puerto.
Un buen “por qué” es: “porque quiero”.
Patricia González
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responderé lo más pronto posible.