La mayoría de las personas comprenden que tienen derecho a sentirse bien y a recibir lo que les hace bien en algunas ocasiones. Hay una minoría que ni siquiera lo ha pensado alguna vez y vive sin darse cuenta del derecho que tiene a mejorar sus circunstancias. Otra minoría se está atendiendo siempre y permanentemente, porque sabe que solo lo que se tiene dentro es lo que se puede dar.
No es habitual la sabia decisión de cuidarse a uno mismo, de aportarse lo que se necesita, de llenarse por dentro hasta estar satisfecho con uno mismo, de colmarse de paz y comprensión a uno mismo, de perdonarse, de sentir que se rebosa en amor propio para entregarlo a todo y a todos. No es habitual amarse a si mismo.
Cuando nos disponemos en algún momento a pensar y sentir que deseamos nuestro bien, generalmente pensamos en regalonearnos con ciertas atenciones como un baño de tina, comprarnos alguna cosa, un viaje, un buen vehiculo, finas ropas, una casa bonita, una familia feliz, entre otras tantas más.
Todos estos deseos son legítimos, están perfectos y su satisfacción nos pertenece por derecho divino. Los inconvenientes comienzan cuando no hemos podido dar satisfacción a estos anhelos o cuando después de tenerlos todos, aun seguimos sintiéndonos vacíos, tristes y solos. Muchas veces nos decimos: “me lo merezco” y sin embargo, en ocasiones el destino parece estar en la más absoluta y más rotunda oposición y pareciera empeñarse en contradecir todo lo que consideramos nuestro bien. Nos quedamos dando vueltas y vueltas, tratando de lograr o de resolver situaciones que no progresan o lo hacen muy lentamente. Muchas veces, demasiadas, se nos olvida donde está la fuente de todo el bien que buscamos.
Nuestra mente, que todo lo encajona en la programación, concluye que hay influencias externas responsables de todo, como la economía, el gobierno, el trabajo, la rutina, el cansancio, una enfermedad, la pareja, los hijos, el jefe, la mamá y/o la suegra. La mente llega a la conclusión de que existe un “algo” que se está oponiendo a que recibamos nuestro bien. Muy pocas veces llegamos mas profundo que eso y nos quedamos atrapados en el deseo de arrancar o sacar de nuestra vida lo que está impidiendo nuestro logro. Luego iniciamos una nueva búsqueda.
Con los ojos puestos en el exterior es poco probable encontrar las soluciones, porque el holograma que creamos en nuestra vida se proyecta desde nuestro interior al exterior. La realidad que se nos presenta allá afuera, no existe más que en nuestro interior. Esta toma de conciencia es un paso enorme en la evolución de la conciencia. Comprender que lo que nos rodea ha sido creado por completo solo por nosotros y nada que por nosotros mismos, es una inmensa y potente muestra de nuestra evolución. Es un paso gigantesco, quizás uno de los mas difíciles de lograr. Es comenzar el viaje de abandonar las formas físicas y adentrarse en el mundo invisible que comienza a hablarte y a sorprenderte con toda su inmensidad.
Pelear con las formas o esperar que ellas respondan y se modifiquen porque se lo pedimos, será motivo de risa para nuestros descendientes.
Si quieres recibir tu bienestar, tus bines preciados, las condiciones ideales, entonces deja de mirar a fuera. Borra de tu mente toda posibilidad de encontrar en lo físico alguna solución. Elimina la necesidad de modificar lo físico para tu bien espiritual. Mira el holograma que estas creando y cámbialo todo allí. Inmediatamente lo físico se modificará para tu bien.
Deja de considerar a la economía, el gobierno, el trabajo, la rutina, el cansancio, una enfermedad, la pareja, los hijos, el jefe, la mamá y/o la suegra. Eres tú el que hace el holograma y eres tú quien lo diseña siempre. No existe nada ni nadie que pueda impedir tu propia y particular creación.
Centra tu vista espiritual en tu interior y mira lo que está faltando allí para que puedas hacer las modificaciones. Te aseguro que trabajar en el holograma en vez que en las formas, es el mejor negocio que jamás podrás hacer, lo tendrás todo, serás dueño de todo.
Si deseas tu bien, anda y mira lo que te falta. ¿Te falta seguridad interior?, regálatela. Mira que más te falta ¿Confianza para alcanzar un objetivo?, ve y regálatela. ¿Te falta elevar tu autoestima?, súbela. ¿Te falta ser más valiente?, regálate la valentía. ¿Te falta ser más comunicativo, más sociable, más asertivo, más inteligente, más innovador, más creativo, más especialista, más exitoso, mas pacifico, mas despierto, más claro o más vital, mas amoroso, mas amable?, regálatelo. Puedes buscar ayuda, alguien que te de impulso, busca un curso, una lectura, una terapia, una conversación, pero busca para encontrar tus regalos. Regálate todo, todo y todo lo que crees que estas necesitando. Todo lo que crees que te falta lo puedes tomar ahora mismo para ti.
Eso es amor a si mismo, eso es desear tu bien, eso es amarte con amor verdadero y la verdad es que solo estarás recordando lo que eres.
Dios ha sido el creador de todos estos bienes. Te los ha regalado desde antes que nacieras. Son gratis y están a tu disposición para cuando los quieras tomar. Esas son las maravillosas creaciones de Dios. Dios no ha creado las cosas físicas, esos son inventos de nosotros y las creamos en la tercera dimensión donde perecerán tarde o temprano. Las creaciones de Dios son eternas, se encuentran en otras dimensiones, pero también las encontramos aquí.
Nos cuesta tomar estos regalos., porque nos vemos en la necesidad de elevarnos para alcanzarlos. Si no nos proponemos tomarlos, nunca los recibiremos, aunque ellos anden danzando a nuestro lado y a veces les demos un punta pie para que dejen nuestro camino libre de estorbo.
Todo el bien material que necesitas, te llegará por añadidura, como efecto de tu nuevo holograma.
Patricia Gonzalez.
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