Es verdad que en algunas ocasiones el
pasado de una persona puede ser muy dramático, especialmente cuando aquellos
terribles acontecimientos sucedieron en la infancia. Sin embargo, debe haber
algo que no hemos comprendido, porque cuando no dejamos ir el pasado, nuestro presente
se torna una continuación eterna de aquello que se experimentó, convirtiéndonos
en esclavos de aquellos recuerdos que nos impiden crear una vida diferente en
el presente.
Los recuerdos mas duraderos, sean
agradables o desagradables, son aquellos que se almacenaron en nuestra memoria
bajo la influencia de fuertes emociones. Las emociones son como la sal de la
vida, le dan el sabor a lo que experimentamos, permitiendo que los recuerdos
tengan una fuerza especial que nos sigue a todas partes.
Cuando los recuerdos son agradables,
la vida se siente muy bien y muchas veces nos sucede que ni siquiera los
tenemos muy presentes para agradecerlos. Los buenos recuerdos nos parecen tan
naturales, que a penas en algunas ocasiones muy especiales rememoramos algunas
anécdotas en familia o con amigos y recordamos la dicha que sentimos en aquellas
ocasiones. Es algo así como cuando perdemos la estabilidad en la salud y recién
valoramos lo que era sentirse perfectamente sanos y añoramos volver a sentir
aquella vitalidad. Lo genial es que, sin importar si los buenos recuerdos están
presentes diariamente, sus efectos benéficos se hacen sentir internamente para construir
el presente.
Pero hay de aquellos recuerdos
dolorosos, de todas aquellas imágenes almacenadas en la memoria que nos hacen
sentir mal. Entonces la vida se torna diferente. Los recuerdos divagan por la
mente, van y vienen haciéndonos revivir lo mismo que sentimos en el pasado
millares de veces. Esta vez sí que logramos tenerlos presentes y muy presentes.
Esas emociones se encuentran tan presentes que todo lo que se vive en el
presente tiene aquel color y aquel sabor que sigue doliendo. Entonces, debido a las dramáticas historias
del pasado, no podemos ser feliz en el presente. El pasado sigue vivo, sigue
arrastrándose desde aquellas épocas hasta el ahora en que todo es diferente.
Otras veces no tenemos los recuerdos
dolorosos presentes en forma consciente, quedan almacenados dirigiendo la vida presente con hilos invisibles que tienen
un enorme poder. Tomamos decisiones y elegimos los rumbos basados en aquellas
experiencias casi sin darnos cuenta. Los caminos se van haciendo basados en aquellas emociones que dominan en
el subconsciente.
En niveles altos de evolución, el subconsciente
no puede existir. Cuando el ser humano alcanza altos niveles de conciencia,
todos sus recuerdos son entregados a la luz y se vuelven claros y nítidos para
él, entonces todo el subconsciente se vuelve consciente. Desde ese punto de
vista, esta persona se da cuenta de que los recuerdos dolorosos nunca fueron
verdad en la realidad superior. Pero cuando aun no logramos ese nivel de conciencia
suficiente para hacer esto, tendremos que seguir batallando un tiempo más con
ellos hasta lograr ese anhelado equilibrio y libertad.
Nadie tiene alternativa. Todos
estamos destinados a soltar los recuerdos dolorosos en algún momento de la
vida, en esta o en las que vienen. Todos tenemos la gran tarea de cancelar
aquellas imágenes y emociones que quedaron clavadas en el alma con dolor.
Hemos venido a eso, a darnos cuenta
de que no es necesario cargar con ese peso, a darnos cuenta de que ya es la hora
de dejar atrás lo sucedido y comenzar una nueva manera de vivir. Hemos venido a
darnos cuenta que somos libres, que las cadenas ya se han roto, que ya no
nos corresponde estar atados y detenidos en esa esclavitud.
Cuando decidimos libre y voluntariamente
limpiar las historias dramáticas, la vida se transforma y dejan de existir ese
tipo de sucesos desde allí en adelante. Entonces se crean nuevas realidades,
otras posibilidades. La ley de atracción es muy clara diciendo: “lo que vibras
es lo que atraes”.
Demasiadas veces te has resistido a
abandonar aquellos recuerdos dolorosos pensando que es imposible borrarlos de
la mente y eso es verdad. No puede ser posible borrarlos y es maravilloso que
sea así. La memoria que los mantiene vigentes es sabia y señala que sin olvidar,
los puedes transmutar, los puedes procesar, los puedes digerir, los puedes
comprender y los puedes perdonar. Si los pudieras olvidar, también te
olvidarías de la tarea de transmutarlos.
En el fondo, muy en el fondo, todo se
inicia perdonándote a ti mismo por haber querido participar de estas
experiencias dolorosas y reconociendo que ya no las necesitas más. Todo
terminará el día que puedas decirte eso. No hay nada más que entender aquí. Tú
eres quien pensó que todo aquello era necesario y por eso sucedió. Ese era el plan
de tu alma, pero no era para martirizarte, sino para que pudieras comprender al
fin, de que nada de esto es necesario que siga sucediendo en tu vida.
Cuando niño no entendías nada, pero
ahora que eres adulto puedes comprender. No es necesario que borres las
imágenes, pero si es importante que transmutes las energías, especialmente las
emociones involucradas en aquellos recuerdos que aun duelen.
Si te liberas, tu vida cambiará y la humanidad
cambiará. Ese es el plan.
Patricia González.
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