El camino del crecimiento espiritual
te permitirá encontrar una verdad que te parecerá asombrosa y abrumadora al
mismo tiempo, saber que eres libre más allá de todo lo que imaginas y conoces.
Cuando la descubres, no es extraño que ruede alguna lágrima de alegría de tus
ojos. Me imagino que debe sentirse algo así como el día en que alguien es
liberado después de un largo tiempo de prisión. Este descubrimiento cambia toda
la perspectiva que tenias hasta ese momento y
esa nueva visión del mundo y de ti, tan distinta, te puede resultar entusiasta y temerosa al mismo tiempo. ¿Qué puedes hacer con esa inmensa libertad en tus manos?
esa nueva visión del mundo y de ti, tan distinta, te puede resultar entusiasta y temerosa al mismo tiempo. ¿Qué puedes hacer con esa inmensa libertad en tus manos?
Antes de darte cuenta del grado de
libertad a la que tienes derecho, ni siquiera adviertes que eres prisionero.
Dentro de tu ceguera, crees que eres libre, pero en realidad solo estas
siguiendo una estructura que fue incorporada por otros en ti, un
condicionamiento que luego crees que es tuyo propio. No alcanzas a darte cuenta
cuándo estas eligiendo en conciencia y cuando estas eligiendo de acuerdo a ese condicionamiento.
Cuando aun no te das cuenta de lo
libre que eres, las consecuencias se dejan ver, en lo que pides a los demás. Crees
que los demás tampoco son libres, crees que ellos tendrían que hacer ciertas cosas
y dejar de hacer otras, crees que deben responderte de cierta manera, en general,
crees que tendrían que comportarse dentro de unos parámetros determinados,
crees que tienen que ajustarse a una manera que tu consideras adecuada.
Si esperas que los demás se sometan a
un molde establecido, estas creyendo internamente que tú ya cumples con ese
molde, o sea, ya te estás considerando un prisionero que tiene que cumplir ciertas
reglas. No adviertes que esas reglas son los barrotes de tu prisión, porque
crees que son tus propios valores, confundes tus valores con los barrotes de tu
prisión.
Tus valores pueden regir tu vida y eso
será maravilloso, pero tus valores impuestos en otra persona se convierten en una cárcel que encierra a los demás. Cuando
quieres encerrar a otros en esa prisión,
entonces demuestras que no te sientes libre, porque crees que nadie tiene
derecho a ser libre de hacer lo que quiere y pretendes restringir su derecho a moverse, pensar,
sentir y actuar en plena libertad.
Cuando tus valores rigen tu vida
sabiendo que los demás también son libres para regirse por los suyos, entonces
estas demostrando que te sientes libre y que estas viviendo la dicha de tu
libertad. Tu libertad se experimenta solo después de dejar a todos en libertad.
Puedes querer ayudar, colaborar, invitar a un cambio, pero no puedes aprisionar
a nadie en tus ideales personales. Ni siquiera a tus hijos, tu pareja, tus
padres, amigos, en definitiva, a nadie.
Esta libertad es tan abismante, que
por momentos te parece imposible. ¿Cómo se puede vivir en ese grado de libertad?
Solo puedes disfrutar tu libertad y la de los demás cuando tienes clara la guía
hacia el bien. Seguramente por eso esta verdad se va develando frente a
nuestros ojos solo cuando hemos avanzado lo suficiente en nuestro conocimiento
espiritual. Necesitamos estar bien
firmes y equilibrados para hacer uso de ella en conformidad con las leyes
naturales para movernos hacia el bien. Tu libertad no tiene otra finalidad que
brindarte felicidad y si aun no sabes qué es lo que te conviene para ser feliz,
no puedes tener acceso a ella en plenitud.
Para que puedas disfrutar de tu
inmensa libertad, tendrás que aprender a
reconocer primero qué es lo que te hace bien y luego aceptar que ese bien te pertenece
por derecho. No es necesario pedir al universo tu bien, solo necesitas
reconocer que ya te fue dado y aceptarlo. Cuando no puedes reconocer que ya lo
tienes todo, lo pides, pensando que
tiene que ser creado y suministrado. Cuando sabes que ya está y que solo tienes
que reconocerlo, lo aceptas para obtenerlo.
Generalmente pedimos nuestro bien,
para que llegue, para que alguien nos lo traiga frente a nosotros. Muchas veces
esa llegada tarda mucho y luego del suficiente tiempo de privación, comenzamos
a pedirlo con desesperación. Mientras más tiempo, mas desesperación y mas alejamiento
generamos de nuestro bien.
Si te dieras cuenta de que todo es
tuyo, de que tienes la libertad para tenerlo todo, no tardarías en obtenerlo.
Pero ni siquiera sabes que ya es tuyo, no sabes que el universo solo desea
darte todo lo bueno, tienes miedo de pedir y tienes miedo de aceptar. Tienes
temor a que todo lo que es tuyo te sea otorgado.
Cuando no te sientes libre, crees
estar en una prisión y no te atreves a pedir tu libertad porque estimas que el
carcelero te la negará.
Cuando comienzas a visualizar que tu
prisión no es real, te asombras y no sabes ni siquiera a dónde ir, ni qué
hacer. Puedes pensar que estabas mas a salvo dentro de tu prisión, al menos eso
era conocido y tenías asegurado cierto bienestar. Ahora, fuera de tu prisión
eres responsable de ti, responsable de obtener lo que necesitas y el miedo te
puede alcanzar. Ya no recuerdas qué es volar con tus propias alas.
Cuando recuerdas que has sido libe
siempre y que tu prisión era solo un sueño, recién comienzas a disfrutar de
todo lo que te pertenece y puedes dejar en libertad a todo aquel que te rodee. También
anhelas que los demás puedan volar con sus propias alas, especialmente si se
trata de tus hijos, de tu pareja, de tu familia y de todos tus hermanos en el
amor.
Debido a que el amor es libertad,
ayudaras a que los demás eleven sus alas y les bendecirás mientras tú también
elevas las tuyas. Respetas el libre albedrio de todos, tal como Dios respeta el
tuyo.
Sesiones programadas de 1 a 12 meses.
Puede realizarse en forma presencial o virtual
A veces la
vida te presenta situaciones difíciles de superar para ti, en las áreas de
salud, económica y/o relaciones. Sabes que estas situaciones las creas tú, pero
hasta la fecha no has podido comprender, como es que las estas creando, no
encuentras una salida y te gustaría que alguien pudiera explicarte como salir
de allí.
Patricia González.
Tu Coach para realizar los
cambios que deseas
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